Género Ceiba / Chorisia / Palo Borracho
El nombre genérico "Ceiba, nombre dado por los taínos que se deriva de una palabra que significa 'bote' debido a que el tronco de las ceibas era utilizado por los taínos para construir los cayucos (pequeñas embarcaciones)". (Wikipedia)
El género "Chorisia" está dedicado al artista ruso Ludwig Choris (1795-1828), un destacado ilustrador científico que participó de la segunda expedición de Koetzebue a Sudamérica y en la de Friedrich August Marschall von Bieberstein entre 1815-1818 al Caúcaso.
Familia: Malvaceae. Subfamilia: Bombacoideae (anteriormente Familia Bombacaceae, el nombre de esta familia (o subfamilia) viene del género Bombax).
Para nuestra zona se registran
Ceiba chodatii (Hassl.) Ravenna.
Sinónimos: Ceiba insignis; Chorisia chodatii; Chorisia insignis; Chorisia insignis var. chodatii; Chorisia josefinae. El epíteto "chodatii"otorgado en honor del botánico suizo Robert Hippolyte Chodat (1865 - 1934 ) fue un farmacéutico botánico, algólogo, profesor de botánica, y Director del Instituto de Botánica de la Universidad de Ginebra.
Distribución en Argentina: Catamarca, Chaco, Córdoba, Formosa, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Misiones, Salta, San Juan, Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán.
Distribución en Argentina: Catamarca, Chaco, Córdoba, Formosa, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Misiones, Salta, San Juan, Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán.
El género se encuentra en zonas tropicales y subtropicales de América del Sur, Argentina, Paraguay, Brasil, Bolivia y Perú.
Ceiba speciosa(A. St. Hil., Juss.&Cambess.) Ravenna.
Sinónimos: Bombax aculeatum; Chorisia speciosa; Chorisia speciosa var. paraguayensis.
El epíteto "speciosa", con el significado de hermoso aspecto, bella, elegante, vistosa, en referencia a sus llamativas y persistentes flores.
Distribución en Argentina: Chaco, Formosa, Misiones, Salta.
Palo borracho Ceiba chodati (izq.Av. Moreno); Ceiba speciosa (der. Parque "2 de Febrero"), Resistencia, Chaco (Argentina).
Nombres comunes: Algodonero, Árbol botella, Árbol de la lana, Chorisia, Palo borracho, Palo barrigudo, Paina de seda, Palo rosado, Yuchán. Samuhú / Samu’û / Samohú (guaraní), Mandiyú-ra (mandiyú: algodón en guaraní), Toborochi (Bolivia). Copadalick (lengua qom / toba). Chemlhokw (lengua Wichi). Bottle tree, Floss silk tree (inglés).
Árvore da paina, Árvore de lã, Barriguda, Paina de seda, Painera, Paineira branca ó rosa (según color de las flores), Paineira fêmea (portugués, Brasil). Tseroj tseroj (lengua Tsimane’-Mosetene*)
* Indígenas Tsimane -Mosetene que habitan en las riberas del río Quiquibey (Bolivia).Usos y propiedades
Alimenticias: semillas tostadas y molidas se consumían en sopas (práctica en desuso)
Artesanales: máscaras de madera para uso ritual y destinadas a la comercialización por el pueblo chané, región del Chaco Salteño.
Maderables: madera liviana, suave y flexible, se empleada en canoas, utensilios para cocina, bateas y variados recipientes para guardar alimentos, embalajes, pasta de papel, instrumentos musicales.
Medicinales: "Las espinas, las flores y las hojas se usan actualmente para aliviar los dolores en el pecho, la tos y las cefaleas respectivamente. Según cuentan todas estas aplicaciones son nuevas, aprendidas de los criollos locales." (M.E. Suárez - El “yuchán” en el discurso de los wichís, ver vínculos abajo)
Tos, Resfrío o gripe: Para ambas enfermedades se realiza una infusión de la corteza, se mezcla con miel de abejas y se toma como mate. (Medicina tradicional de las comunidades indígenas del río Quiquibey, Bolivia).
Ornamentales
Sombra
Textiles: las fibras de "capoc /Kapoc. " se encuentran dentro de los frutos de Chorisia, tiene variados usos, como relleno a modo de guata, en tapicería, relleno de almohadas y muñecos, aislante acústico, etc.
Alimenticias: semillas tostadas y molidas se consumían en sopas (práctica en desuso)
Artesanales: máscaras de madera para uso ritual y destinadas a la comercialización por el pueblo chané, región del Chaco Salteño.
Maderables: madera liviana, suave y flexible, se empleada en canoas, utensilios para cocina, bateas y variados recipientes para guardar alimentos, embalajes, pasta de papel, instrumentos musicales.
Medicinales: "Las espinas, las flores y las hojas se usan actualmente para aliviar los dolores en el pecho, la tos y las cefaleas respectivamente. Según cuentan todas estas aplicaciones son nuevas, aprendidas de los criollos locales." (M.E. Suárez - El “yuchán” en el discurso de los wichís, ver vínculos abajo)
Tos, Resfrío o gripe: Para ambas enfermedades se realiza una infusión de la corteza, se mezcla con miel de abejas y se toma como mate. (Medicina tradicional de las comunidades indígenas del río Quiquibey, Bolivia).
Ornamentales
Sombra
Textiles: las fibras de "capoc /Kapoc. " se encuentran dentro de los frutos de Chorisia, tiene variados usos, como relleno a modo de guata, en tapicería, relleno de almohadas y muñecos, aislante acústico, etc.
Fibras de la madera para sogas.
La ley provincial 5521, promulgada el 23 de marzo y sancionada el 14 de abril de 2005 por la Cámara de Diputados de la provincia del Chaco, declara "Flor provincial del Chaco" a la flor rosada del Palo Borracho o Samohú cuyo nombre científico se identifica como "Chorisia speciosa".
La ley provincial 5521, promulgada el 23 de marzo y sancionada el 14 de abril de 2005 por la Cámara de Diputados de la provincia del Chaco, declara "Flor provincial del Chaco" a la flor rosada del Palo Borracho o Samohú cuyo nombre científico se identifica como "Chorisia speciosa".
Es un árbol de gran porte, hojas caducas y tronco recubierto de espinas cónicas, corteza lisa y verdosa cuado joven que con el tiempo se torna rugosa y agrietada y de color castaño grisáceo.
Denominado "palo borracho" o "árbol botella" por el característico engrosamiento de su tronco. Sus flores son grandes y muy vistosas. Se aprovechan fruto, tronco y corteza.
Los frutos son cápsulas leñosas color castaño que en su interior contienen numerosas semillas envueltas en una fibra similar al algodón. Al abrirse las semillas se dispersan por la acción del viento.
Los aborígenes utilizaron los enormes troncos para hacer canoas, bateas y recipientes para conservar y preparar alimentos.
Los frutos son cápsulas leñosas color castaño que en su interior contienen numerosas semillas envueltas en una fibra similar al algodón. Al abrirse las semillas se dispersan por la acción del viento.
Los aborígenes utilizaron los enormes troncos para hacer canoas, bateas y recipientes para conservar y preparar alimentos.
"Su sombra es codiciada por el perímetro que abarcan sus ramajes. Mientras más lejos se encuentra el agua, más desarrolla su tronco. Su pulpa fofa, va almacenando la humedad de la tierra, el rocío y lo conserva en la enorme 'botella'. De su fruto maduro, abierto, cae paina en copos blancos y semillas que dispersa el viento." ("Verdes Planetas" - Instituto de Física Rosario - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - CONICET).
Al describir la flora del Gran Chaco, el geógrafo, explorador y escritor argentino Luis Jorge Fontana (1846 - 1920) refiere: "Otro de los árbolos más curiosos por su forma y porque caracteriza la región central de este país, es el xamachú. Familia bombáceas, Bombax ventricosa o palo borracho, se eleva de 90 a 100 pies, ventrudo en la base y otras veces en la parte media del tallo; es muy frondoso y generalmente afecta la forma de una botella, en la cual se hubiera colocado un ramo de flores. El fruto es capsular, de 5 ventallas con muchas semillas envueltas en filamento blanco, especie de algodón, pero más corto, no obstante lo cual los matacos y chiriguanos saben hilarlo.
La parte subcortical del tallo sirve para hacer cordeles y la madera, por su ligereza y facilidad para trabajarla, es empleada por los indios para la construcción de canoas o bateones en que atraviesan los ríos con sus familias; fabrican tiestos en que elaboran sus bebidas fermentadas de frutas y por su poco peso la prefieren para tallar los adornos que usan los chiriguanos en el labio inferior y los tobas en las orejas. En cuanto a las flores, son blancas o amarillas, parecidas al jacinto, fragantes, y grandes de 10 centímetros." (Luis Jorge Fontana: "El Gran Chaco", Ed. Solar, Hachette, Buenos Aires, 1977).
Hierónymus aporta los siguientes datos: "Chorisia insignis, N.v. palo borracho; yuchán; samuhú.
El cocimiento de las flores suele usarse para fomentos contra dolor de cabeza y jaqueca. El algodón de las semillas se usa para hacer pábilo de velas, almohadillas, hilo para tejidos ordinarios, se recomienda á los tísicos el uso de dichas almohadillas. El material para trabajar tejidos gruesos, bolsas, camisas (de indios), hilo grueso, sogas, etc., es proporcionado por la cáscara interior (floema) ó sus fibras, de las que hacen principalmente uso los indios del Gran Chaco setentrional. La madera es muy blanda; su ceniza da mucha potasa.
Los troncos de árboles viejos crecidos en terrenos mas estériles y secos son hinchados en forma de barrica enorme y cubiertos de espinas; de ellos suelen hacerse bateas ó se les corta arriba y abajo, y una vez ahuecados y tapados forman así toneles para líquidos..." (Hieronymus, J.: Plantae diaphoricae florae Argentinae, Buenos Aires, 1882).
Lillo refiere: "Chorisia insignis Kth,. N. v.: Samuhú, Palo borracho, Yuchán.
Hab.: Santa Fe, Chaco, Formosa, Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, Santiago. Circunferencia media m. 1,90.
Especie abundante, que cuando crece en el bosque viene muy alto, pero en campo abierto no crece tanto y engruesa más. El tronco y las ramas están generalmente cubiertas de gruesas espinas. La madera es rosada y blanda, poco utilizada. Los indios del interior del Chaco caban en los enormes troncos sus canoas. La corteza es internamente rosada y entre ésta y la madera da abundante resina rosada y blanda como crema."
"Chorisia speciosa St. Hil. N.v. Samohú; Samuhú; Algodón. Circunferencia m. 1,25.
En los bosques Misioneros crece altísimo, delgado y casi sin espinas. Engruesa y forma botella cuando está en campo abierto. La madera no es muy blanda y se presta para tablas livianas. Su fruta contiene un fino algodón que envuelve las semillas el cual es recogido y empleado para almohadas."(Lillo, Miguel: Contribución al Conocimiento de los Árboles de la Argentina según colecciones y observaciones de Santiago Venturi, 1910 y 1924, Biblioteca Digital del "Real Jardín Botánico)
Hab.: Santa Fe, Chaco, Formosa, Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, Santiago. Circunferencia media m. 1,90.
Especie abundante, que cuando crece en el bosque viene muy alto, pero en campo abierto no crece tanto y engruesa más. El tronco y las ramas están generalmente cubiertas de gruesas espinas. La madera es rosada y blanda, poco utilizada. Los indios del interior del Chaco caban en los enormes troncos sus canoas. La corteza es internamente rosada y entre ésta y la madera da abundante resina rosada y blanda como crema."
"Chorisia speciosa St. Hil. N.v. Samohú; Samuhú; Algodón. Circunferencia m. 1,25.
En los bosques Misioneros crece altísimo, delgado y casi sin espinas. Engruesa y forma botella cuando está en campo abierto. La madera no es muy blanda y se presta para tablas livianas. Su fruta contiene un fino algodón que envuelve las semillas el cual es recogido y empleado para almohadas."(Lillo, Miguel: Contribución al Conocimiento de los Árboles de la Argentina según colecciones y observaciones de Santiago Venturi, 1910 y 1924, Biblioteca Digital del "Real Jardín Botánico)
"El Coptanoón, que había creado aquí abajo todo cuanto la Naturaleza ofrece se detuvo a contemplar a sus hijos – cuyos cuerpos habían animado con chispas de luz – y antes de retirarse a su luminoso hábitat dejó servidores que los auxiliaran.
Entre los seres que tenía a su servicio el Genio, poderoso y justiciero, había animales y plantas..., y entre éstas, un árbol cuyo oficio era procurar maternalmente que no faltase alimento a los tobas de las costas del Ipití (río Bermejo).
Este árbol tenía el tronco abultado, como si fuera un vientre grávido; y de sus entrañas, dicen que salía el germen de muchas vidas acuáticas, cuyo alimento cotidiano hacía fácil la existencia de los hombres. Cuando disminuía la pesca y ellos encontraban amenazadas de esterilidad las aguas del Ipití, realizaban en torno al árbol ventrudo, a quien comenzaron a llamar “la madre”, ceremonias y rituales destinados a peticionar abundancia de peces.
Y, “la madre” parecía escucharlos: su vientre se iba hinchando más y más, para luego agitar allá adentro sus entrañas,... y tras el misterio del abultamiento, la generosa respuesta se traducía en alimento abundante. Si los ruegos habían sido atendidos; las aguas – hasta entonces quietas – empezaban a moverse y a llenarse de peces que la madre gestara pródigamente en su seno.
Este acontecimiento era celebrado durante semanas enteras, con danzas y canciones que ponían acentos de inspiración agradecida en amas márgenes del Ipití.
Un día... ya había pasado el invierno, las tribus habían reñido... las aguas estaban quietas... y los peces se movían en la costa. Ya iban quedando pocos.
Los tobas se acercaron a “la madre” y entonaron sus peticiones.
Durante muchas noches, apenas salía el lucero, las notas angustiosas de un himno suplicaban: Era, era, era, gait...
Pero el árbol parecía indiferente ¿es que estaba enojado?
Y allá se perdían los ecos, tras el último ramaje: era, era, era, gait...
La angustia iba en aumento... el hambre ya se sentía... ¿Es que “la madre” estaba enojada?
Y no faltó el ingrato que, preparó su arco... eligió una flecha fibrosa...flecha de guerra, con el huesito en la punta para que lastime y penetre hondo... y apuntó al vientre de “la madre” que ya empezaba a abultarse lentamente.
Al traspasarlo, arrancó con el grito temeroso de la tribu, el trueno en que rugía la ira del Noón.
Se enlutó el cielo, y... a lo lejos, un ruido extraño se sintió venir como amenaza justiciera...
Los tobas tuvieron miedo... vieron agitarse las aguas que parecían teñirse en sangre... y, el río empezó a crecer, a crecer, de un modo alarmante, como si persiguiera con su furia a los ingratos.
Estos, ocultándose tras los bosques vecinos, se alejaban huyendo del castigo.
Cuando el río pareció aplacarse y las aguas volvieron al cauce fueron en busca del árbol herido para pedirle que los perdonase. Lo encontraron si con el vientre cubierto de gruesas espinas con las que parecía rechazarlos.Las suplicase repitieron una y otra vez... Iooo sañoa sañoa sañoa iooo sañoa sañoa sañé e sañoa e sañoa Sañé
“La madre” debe haberlos perdonado, porque dicen que en el Bermejo siempre hay pesca. Pero...eso si, el ruido de la creciente que baja enfurecida todos los años, les recuerda ese episodio, mientras las aguas teñidas de rojo de ese río al que ahora llaman Inaté, les está mostrando el horrible castigo que trae el revelarse contra “la madre”.
¿Que ella los perdonó? ¡No cabe duda! La prueba está en que las flores del palo borracho, como algunos dieron en llamarlo después, son cada vez más hermosas.
¿Por qué entonces la coraza de espinas? Dirán algunos que “la madre” lo perdona todo; pero el justiciero no perdona que se ultraje a una criatura tan digna de respeto y veneración.
Un hombre arrojó la flecha... y el Genio supo dónde poner las espinas.
Todavía ahora, en las noches de luna llena, cuando la crecida arremete en salirse de madre... los tobas cantan en la lejanía de los bosques: eiooo sañoa, eiooo sañoa, e sañoa e sañoa sañé."(Leyendas argentinas en la voz y en la pluma de Inés García de Márquez, 1957. Compaginación de Victoria Mabel Romero, Museo Histórico Regional Ichoalay, Resistencia, Chaco)
Hermoso ejempla en Presidencia Roque Sáenz Peña (Chaco, Argentina)
Entre los seres que tenía a su servicio el Genio, poderoso y justiciero, había animales y plantas..., y entre éstas, un árbol cuyo oficio era procurar maternalmente que no faltase alimento a los tobas de las costas del Ipití (río Bermejo).
Este árbol tenía el tronco abultado, como si fuera un vientre grávido; y de sus entrañas, dicen que salía el germen de muchas vidas acuáticas, cuyo alimento cotidiano hacía fácil la existencia de los hombres. Cuando disminuía la pesca y ellos encontraban amenazadas de esterilidad las aguas del Ipití, realizaban en torno al árbol ventrudo, a quien comenzaron a llamar “la madre”, ceremonias y rituales destinados a peticionar abundancia de peces.
Y, “la madre” parecía escucharlos: su vientre se iba hinchando más y más, para luego agitar allá adentro sus entrañas,... y tras el misterio del abultamiento, la generosa respuesta se traducía en alimento abundante. Si los ruegos habían sido atendidos; las aguas – hasta entonces quietas – empezaban a moverse y a llenarse de peces que la madre gestara pródigamente en su seno.
Este acontecimiento era celebrado durante semanas enteras, con danzas y canciones que ponían acentos de inspiración agradecida en amas márgenes del Ipití.
Un día... ya había pasado el invierno, las tribus habían reñido... las aguas estaban quietas... y los peces se movían en la costa. Ya iban quedando pocos.
Los tobas se acercaron a “la madre” y entonaron sus peticiones.
Durante muchas noches, apenas salía el lucero, las notas angustiosas de un himno suplicaban: Era, era, era, gait...
Pero el árbol parecía indiferente ¿es que estaba enojado?
Y allá se perdían los ecos, tras el último ramaje: era, era, era, gait...
La angustia iba en aumento... el hambre ya se sentía... ¿Es que “la madre” estaba enojada?
Y no faltó el ingrato que, preparó su arco... eligió una flecha fibrosa...flecha de guerra, con el huesito en la punta para que lastime y penetre hondo... y apuntó al vientre de “la madre” que ya empezaba a abultarse lentamente.
Al traspasarlo, arrancó con el grito temeroso de la tribu, el trueno en que rugía la ira del Noón.
Se enlutó el cielo, y... a lo lejos, un ruido extraño se sintió venir como amenaza justiciera...
Los tobas tuvieron miedo... vieron agitarse las aguas que parecían teñirse en sangre... y, el río empezó a crecer, a crecer, de un modo alarmante, como si persiguiera con su furia a los ingratos.
Estos, ocultándose tras los bosques vecinos, se alejaban huyendo del castigo.
Cuando el río pareció aplacarse y las aguas volvieron al cauce fueron en busca del árbol herido para pedirle que los perdonase. Lo encontraron si con el vientre cubierto de gruesas espinas con las que parecía rechazarlos.Las suplicase repitieron una y otra vez... Iooo sañoa sañoa sañoa iooo sañoa sañoa sañé e sañoa e sañoa Sañé
“La madre” debe haberlos perdonado, porque dicen que en el Bermejo siempre hay pesca. Pero...eso si, el ruido de la creciente que baja enfurecida todos los años, les recuerda ese episodio, mientras las aguas teñidas de rojo de ese río al que ahora llaman Inaté, les está mostrando el horrible castigo que trae el revelarse contra “la madre”.
¿Que ella los perdonó? ¡No cabe duda! La prueba está en que las flores del palo borracho, como algunos dieron en llamarlo después, son cada vez más hermosas.
¿Por qué entonces la coraza de espinas? Dirán algunos que “la madre” lo perdona todo; pero el justiciero no perdona que se ultraje a una criatura tan digna de respeto y veneración.
Un hombre arrojó la flecha... y el Genio supo dónde poner las espinas.
Todavía ahora, en las noches de luna llena, cuando la crecida arremete en salirse de madre... los tobas cantan en la lejanía de los bosques: eiooo sañoa, eiooo sañoa, e sañoa e sañoa sañé."(Leyendas argentinas en la voz y en la pluma de Inés García de Márquez, 1957. Compaginación de Victoria Mabel Romero, Museo Histórico Regional Ichoalay, Resistencia, Chaco)
Hermoso ejempla en Presidencia Roque Sáenz Peña (Chaco, Argentina)
El Gran Yuchán
Antiguamente el agua, que era el mar, estaba adentro de un palo borracho grande. Esto era muy al principio. Ahí nació Lawo, el Arco iris, y un pez: el dorado.
Mucha gente pasaba por ahí, pero les estaba prohibido pescar el dorado. Por esa época pasó Tokjuaj con sus flechas. Sacó una y flechó el pez.
El yuchán se partió y se inundó el mundo. Tokjuaj trató de escapar corriendo pero el agua lo seguía. Dos meses corrió con el agua atrás. Quiso transformarse en pez pero los peces también lo perseguían. No había forma de escapar. Entonces se transformó en chajá.
Voló muy arriba, hasta que se le cayeron las plumas y comenzó a caer. En su caída gritaba: “me transformaré en mortero”, Y cayó adentro de un pozo. Ese pozo era muy profundo. Tokjuaj se transformó en murciélago, y mientras estaba tratando de salir, vio una víbora muy grande que quería tragárselo.
Por fin escapó. Pero el viborón le pudo agarrar una punta del ala. Y se enredó en una tela de araña.
Tenía hambre y no sabía que hacer. Entonces se le ocurrió chupar sangre. Desde entonces el murciélago chupa la sangre. Le chupó al anta y a las corzuelas. Hasta que el tucán empezó a perseguirlo.
Tokjuaj se asustó y se escondió en el gajo de un árbol grande. El tucán golpeó el árbol con su pico y se partió la cabeza de Tokjuaj. Quedó muerto en el piso en forma de murciélago.
El agua que salió del yuchán formó el río Pilcomayo. Las vueltas que da el río Pilcomayo son el recorrido de Tokjuaj huyendo del agua.
Tokjuaj corrió durante dos meses. (“El ciclo de Tokjuaj y otros mitos de los wichí”, Compilación, prólogo y notas de Buenaventura Terán, Biblioteca de Cultura Popular, Ediciones del Sol, Buenos Aires 1999)
Antiguamente el agua, que era el mar, estaba adentro de un palo borracho grande. Esto era muy al principio. Ahí nació Lawo, el Arco iris, y un pez: el dorado.
Mucha gente pasaba por ahí, pero les estaba prohibido pescar el dorado. Por esa época pasó Tokjuaj con sus flechas. Sacó una y flechó el pez.
El yuchán se partió y se inundó el mundo. Tokjuaj trató de escapar corriendo pero el agua lo seguía. Dos meses corrió con el agua atrás. Quiso transformarse en pez pero los peces también lo perseguían. No había forma de escapar. Entonces se transformó en chajá.
Voló muy arriba, hasta que se le cayeron las plumas y comenzó a caer. En su caída gritaba: “me transformaré en mortero”, Y cayó adentro de un pozo. Ese pozo era muy profundo. Tokjuaj se transformó en murciélago, y mientras estaba tratando de salir, vio una víbora muy grande que quería tragárselo.
Por fin escapó. Pero el viborón le pudo agarrar una punta del ala. Y se enredó en una tela de araña.
Tenía hambre y no sabía que hacer. Entonces se le ocurrió chupar sangre. Desde entonces el murciélago chupa la sangre. Le chupó al anta y a las corzuelas. Hasta que el tucán empezó a perseguirlo.
Tokjuaj se asustó y se escondió en el gajo de un árbol grande. El tucán golpeó el árbol con su pico y se partió la cabeza de Tokjuaj. Quedó muerto en el piso en forma de murciélago.
El agua que salió del yuchán formó el río Pilcomayo. Las vueltas que da el río Pilcomayo son el recorrido de Tokjuaj huyendo del agua.
Tokjuaj corrió durante dos meses. (“El ciclo de Tokjuaj y otros mitos de los wichí”, Compilación, prólogo y notas de Buenaventura Terán, Biblioteca de Cultura Popular, Ediciones del Sol, Buenos Aires 1999)
Vínculos
M.E. Suárez - El “yuchán” en el discurso de los wichís, SSN 0373-580 X, Bol. Soc. Argent. Bot. 44 (3-4) 2009Medicina tradicional de las comunidades indígenas del río Quiquibey, Bolivia.
Un samu’û en el jardín, en Suplemento Rural de ABC Color, Paraguay. Con el asesoramiento de Soledad Martínez, ingeniera agrónoma.