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Curupí

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Sapiumhaematospermum Mull. Arg. / Curupí
Nombre genérico del celta sap (manteca o grasa), en alusión a la abundante resina del látex y el epíteto "haematospermum" derivado del griego con el significado de "semilla roja", de aimathos / haemato  (sangre) y sperma (semilla). (PIARFON, Monte y Espinal, Área Etnobotánica). 
"Sapium: El nombre del género aparentemente tiene su origen en una palabra celta que significa "grasoso, untuoso", que Plinio originalmente había usado para llamar a una especie de Pino y a su resina. Jacquin, sirviéndose del mismo sentido, aplica el nombre a un árbol que produce "un jugo untoso y venenoso". Fam. Euphorbiaceae." (González, J.: “Explicación Etimológica de las Plantas de la Selva”, Flora Digital de la Selva, Organización para Estudios Tropicales)
Familia: Euphorbiaceae. Subfamilia: Euphorbioideae
El nombre de la familia tiene su origen en en el género Euphorbia L."Creado por Carlos Linneo en 1753, honrando a Euphorbus, médico griego del Rey Juba II de Mauritania. Juba fue educado en Roma y contrajo matrimonio con la hija de Cleopatra y Marco Antonio. Euphorbus realizó estudios sobre el látex de varias especies africanas, encontrando que varias de ellas tenían propiedades tóxicas, y que podía usarse para envenenar flechas." (González, J.: “Explicación Etimológica de las Plantas de la Selva”, Flora Digital de la Selva, Organización para Estudios Tropicales). 
Origen: Nativo de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
En Argentina se cita para las provincias de Buenos Aires, Catamarca, Chaco, Córdoba, Corrientes, Distrito Federal, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, Misiones, Salta, Sgo. del Estero, Santa Fe y Tucumán.
"Curupí" en Parque Ávalos, Resistencia (Chaco, Argentina) 
Nombres comunes: Árbol de leche, Blanquillo, Curupí, Lecherón, Mata ratas, Mata torcida, Palo de leche, Pega pega, Punuá (español).  Kurupí (guaraní)/ Curupicay; Curupicá-í; kuru pi’y / Kurupikai / Kurupiká-y / Curupí-caí; Curupikí ; Chaxayic / Chaxayeec (toba)*. Sáatuk (chorote)**. Fruto de cachorro, Leiteira, Leiteiro chorão, Mata ratos, Mutuqueira, Sarã, Sarã de leite (portugués, Brasil).
*(Martínez, Gustavo Javier: Fitonimia de los Tobas Bermejeños (Chaco Central, Argentina), Centro del Hombre Antiguo Chaqueño (Chaco), Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica).
**(Scarpa, Gustavo F.: Etnobotánica Médica de los Indígenas Chorote y su comparación con la de los criollos del Chaco Semiárido (Argentina).
En el Informe de la Comisión Exploradora del Chaco, Arturo Selstrang señala que "El Curupicay se conoce también con el nombre de pega-pega, porque al cortarlo o extraer la corteza despide una savia blanca, abundante y muy pegajosa. Sus hojas como de ocho centímetros de largo sobre uno de ancho. Su madera es blanca, liviana y excelente para la carpintería de obra blanca, pudiendo reemplazar el pino en muchos usos." (Seelstrang, Arturo: Informe de la Comisión Exploradora del Chaco, Prim. Edic.: Tipografía y litografía del "Courier de la Plata", Buenos Aires 1878; 2a Edic. EUDEBA 1977).
Hieronymus hace algunas consideraciones sobre sus propiedades y antiguos usos aborígenes en la zona conocida como Gran Chaco, una de las principales regiones geográficas de Sudamérica, que ocupa territorios de cuatro países: Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil.
"Sapium aucuparium var. stenophyllum; Sin. Sapium haematospermum. N. v. lecherón, árbol de leche, curupí, curupí-cay, pega-pega.
Árbol mediano de 8 metros de altura mayor ó arbusto mas bajo. Posee una savia blanca, lechosa, pegajosa y muy venenosa que, sin embargo, se usa contra úlceras sifilíticas, elefantiasis, verrugas, etc., mientras que el extracto de las hojas ha sido empleado para sustituir al acónito (especie de Aconitum) y al zumaque venenoso (Rhus toxicodendron) contra los reumatismos crónicos, gota, perlesía, neuralgia facial, ciática, etc. La madera es blanca, blanda, liviana y excelente para obras de  carpintería, pero no sirve para hacer carbón. Los indios del Gran Chaco saben usarla para las puntas de sus flechas y se dice que las lastimaduras hechas por ellas tienen un efecto mortal en caso quede algún pedazo de madera en la herida". (Hieronymus, J.: Plantae diaphoricae florae Argentinae, Buenos Aires, 1882).

Sapium haematospermum Müll. Arg., N.v. "sáatuk". Su hoja calentada al fuego se aplica directamente sobre los forúnculos como vulnerario*. (Scarpa, Gustavo F.: Etnobotánica Médica de los Indígenas Chorote y su comparación con la de los criollos del Chaco Semiárido (Argentina). Darwiniana, Vol. 47, Núm. 1, 2009, REDALYC, Sistema de Información Científica). 

En Plantas del Chaco II, sobre los usos tradicionales Izoceño-Guaraní registran el nombre Kurupikai, del que se dice existen tres variedades: uno es el llamado Kurupikai guasu (Sapium haematospermum) y los otros dos son herbáceas, llamadas Kurupikai mi (Asclepias boliviensis y A. curassavica).
Los tres tienen igual uso medinal-ritual, estas plantas las emplean los paye para curar a una persona que sufre a consecuencia de una hechicería ("el bicho"), provocada por el brujo (en guaraní mbaekua). "El paye cura primeramente con su propia manera de hacer y luego procede a quemar la planta para que el paciente aspire el humo. También el paye puede hacer gotear la resina de la planta en la nariz del paciente, para eliminar el "bicho". (PLANTAS DEL CHACO II, Usos tradicionales Izoceño-Guaraní, Santa Cruz, Bolivia, 2002).
Árbol autóctono de pequeño porte, copa irregular, follaje caducifolio color verde claro de hojas péndulas, simples, alternas, lanceoladas y con bordes que presentan un aserrado muy fino. Inflorescencias en espigas amarillo verdosas en los extremos de los tallos. Frutos en forma de cápsula globosa de aproximadamente un centímetro de diámetro.
Se caracterizan por su propiedad cauchífera, de las incisiones de su corteza segrega una sustancia blanca (látex*), de allí el nombre de lecherón. Crece en zonas ribereñas, en cercanía de  ríos y arroyos.
*Látex: es una emulsión acuosa de sustancias insolubles, resinas y caucho, con azúcares, gomas y alcaloides, que circulan por tubos laticíferos en el cuerpo de algunas plantas. (Las plantas y su estructura, Facultad de Agroindustrias, Universidad Nacional del Nordeste, Chaco, Argentina).  


Refiere Lillo: "Sapium haematospermum Mull. Arg. "Hab.: Misiones, Corrientes, Chaco, Santa Fe, Formosa, R. Ríos, B. Aires, Salta, Tucumán, Santiago, Catamarca. Circunferencia media: m. 1,40. Árbol que vive en los campos abiertos ó a orilla de los grandes bosques; viene grueso pero no muy alto; es abundante; tiene corteza rugosa y hoja algo ancha; madera fofa e inútil; cortándolo da abundante leche, de eso el nombre de "Lecherón". En Corrientes emplean la leche de este árbol para curar el dolor de muelas. Los indios misioneros hacen con él un pega-pega con el cual cazan loros y palomas. Guarany: Curú: verruga; pi: corteza; cay: del agua´. "Árbol que crece cerca del agua con corteza verrugosa". (Lillo, Miguel: Contribución al Conocimiento de los Árboles de la Argentina según colecciones y observaciones de Santiago Venturi, 1910 y 1924, Biblioteca Digital del "Real Jardín Botánico).
La "Fundación de Historia Natural Félix de Azara" se refiere a las características del Curupí: 
“Nunca cesaremos de asombrarnos por la variedad de productos que han brindado los árboles al hombre. Uno de los casos más celebres es el del árbol del caucho (Hevea brasiliensis), que da la materia prima de la goma. Pues bien, el curupí es la versión criolla, dueño de muchas otras bondades. Se lo emplea en el campo para fabricar el pega-pega, que sirve como pegamento casero. Por ello, no es raro hallar cerca de lugares habitados la corteza del curupí tajeada en una serie vertical de “v” para hacer fluir la goma. Cuenta José Santos Biloni, botánico de gran trayectoria en la divulgación de nuestra flora, que durante la Segunda Guerra Mundial, ante la caída de las importaciones de caucho a la Argentina, se ensayó su reemplazo por el látex del curupí. Aunque se lograron obtener cubiertas para automóviles, resultaba costosa la operación de separar la goma de la resina, por lo cual no perduró tan interesante emprendimiento.” (Especies Nativas de la república Argentina, Fundación de Historia Natural Félix de Azara).
Mitos y Leyendas: El Kurupí
"Sobre este ser diabólico asegura la creencia que es la aparición maligna más antigua del mundo guaranítico. Además, las investigaciones muestran la presencia del Kurupí en todo el territorio sudamericano, aunque con distintas denominaciones y variados aspectos antropomorfos, y solo en nuestra área adquiere los nombres de: Agnan, Caá Guerré, Kurupira, Temote y Coropio.
Este primitivo demonio del bosque, que en realidad sería un Dios menor del Olimpo Guaraní, aparecería en la mitología aborigen para perseguir a los indígenas que hubieran depredado los alimentos que proporciona la selva. Para los guaraníes y criollos actuales, Kurupí muestra variados aspectos y cualidades. Según la región, para algunos es un pigmeo con las partes sexuales extraordinarias, tan deforme que alcanza a dar vuelta por la cintura de su pequeño cuerpo.
En el siglo XVII, en la zona guaranítica argentina, el Kurupí aparecía con un cuerpo deforme, sin coyuntura, cara con rasgos aborígenes, enormes orejas, con su posible denominación cururú: sapo y piré:cuero. Dotado de una fuerza prodigiosa, anda armado de un hacha de piedra. Hace su habitáculo en el hueco de los troncos. Muestra o esconde la caza y atrae o desorienta al depredador.
Para el siglo XIX se anima a abandonar la selva y se atreve a perseguir mujeres que vivían en pequeños poblados rurales; generalmente conseguía violarlas, pues es un ser con mucha astucia. Haciendo analogía con la mitología clásica, Kurupí sería igual a Dionisio entre los egipcios y griegos, o los sátiros y los faunos, símbolos de la naturaleza.
De todas maneras, en territorio argentino, en la actualidad, aseguran que Kurupí es un niño moreno de rostro diabólico que, al caer la noche, llora y llora a orillas de los montes y, para evitar esta molestia, los lugareños dan un corte al tronco del árbol llamado “kurupí kaí”, para que el pequeño ser acuda a beber el líquido lechoso que segrega y calmar, de esa manera, el molesto e interminable llanto.” (tomado de “La riquísima mitología guaraní”, de Ertivio Acosta, Edit. por el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, Subsecretaría de Cutura, Gobierno de la Provincia del Chaco, 2005)
Mitología Guaraní 
Kurupi: el quinto hijo de Taû y de Kerana, uno de los personajes mitológicos de la cultura Guaraní.
Kerana: Diosa del sueño. La hija mimada de Marangatu. Después de siete días de lucha cuerpo a cuerpo entre el espíritu del bien Angatupyry y el espíritu del mal Taû, éste venció a aquél mediante la intervención de Pytãjovái. Luego Kerana fue raptada por Taû, de cuya unión salieron los siete fenómenos sietemesinos. Murió de pesar en el cerro de Yaguarón.
Al llegar siete plenilunios, o sean siete meses, Kerana dio a luz el primer hijo monstruo. Era su figura la de una iguana-perro con siete cabezas. Siguieron los alumbramientos cada siete meses hasta completar los siete mitos conocidos en las leyendas guaraníes hasta nuestros días. Ellos son: Teju jagua (iguana-perro), Mbói Tu'î (víbora-loro), Moñái, Jasy jatere, Kurupi, Ao-Ao, y Huicho o sea, el Luisón, que fue el séptimo hijo. 
Kurupi: Espíritu de la sensualidad, dominador de las selvas y de los animales silvestres. Tenía la afición de secuestrar mujeres y criaturas. Su miembro viril era tan largo como un lazo. En los montes existe una especie de liana con el nombre kurupi rembo. (tomado de “Nuestros antepasados” /Ñande Ypy Kuéra/ Los siete mitos generados de Taú y Kerana, Cap. VI, de Narcizo R. Colmán (Rosicrán).
Vínculos
Proyectos de Investigación Aplicada a los Recursos Forestales Nativos PIARFON, Alternativas de sustentatibilidad del bosque nativo y del Espinal, Área Etnobotánica, por Pensiero, Muñoz, Martínez.

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